Los sueños de los martes

El gordo Hugo sabe que es martes. Sabe que todos los martes sueña cosas bellísimas: Pájaros de colores, la casa de su abuela, un gol de caño a Gatti.
Hoy, tras salir de la pescadería en la que trabaja, fue a un locutorio para hablar con su ex mujer. Quería pedirle de ver a los chicos el fin de semana; sin embargo, nadie atendió el teléfono. Mañana, cuando pueda comunicarse, ella le dirá que ya tienen planes hechos; que si le hubiera avisado antes no hubiese habido problemas.
Camina hacia el bar de Nelson. Pregunta que hay para comer y pide un familiar de milanesa. El doctor le prohibió las frituras, pero no hay otra cosa. El gordo Hugo piensa que "la soledad es esa cosa que te agarra en la garganta cuando hace mucho que no hablás con nadie". En la tele, juegan Lanús contra Alianza Lima.
Se va a su casa. Sin mayores preámbulos, se acuesta en la cama. Respira profundo, deja de hacer cualquier tipo de fuerzas; se entrega a la gravedad absoluta. 140 kg sobre un colchón, sentimiento de barcaza flotando en el río manso.
El Gordo Hugo se acuerda de sus hijos, del colesterol y los triglicéridos. Siente el olor a pescado impregnado en la piel, en las paredes. Pero es martes, y sabe que los martes sueña cosas hermosas. Entonces, cierra los ojos y se duerme. Sonriendo.

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